
Allí estaba, con el cuello bien recto, sin inclinar la cabeza ante la presencia del jefe del estado. Y lo ha conseguido, ahora la noticia no es el blanco inmaculado del traje de acristianar de la niña ni que gracias a una valija diplomática se pudiera traer agua del río Jordán.
Que poco le costaba a la vicepresidenta mover un poquito el esternocleidomastoideo para unirse al paripé. La figura campechana del rey debe ser respetada por todos los dirigentes porque es símbolo de permanencia. Y no vaya a ser que las clases bajas empiecen pidiendo la republica y se acaben solicitando un salario mínimo digno.