Hoy he perdido dos horas haciendo cola en la calle. Un grupo de unas cincuenta personas esperábamos a que un funcionario nos permitiera, en grupos de cinco, acceder a un edificio para poder tramitar la renovación de nuestra documentación.
Soy consciente de que el estado no puede permitirse gastar un solo euro más en agilizar este trámite. La comodidad y el tiempo perdido de la mayoría de estas personas, tiene un valor insignificante como para malgastar fondos públicos en mejorar la atención que se les presta. Solo faltaría que a un simple currante hubiera que atenderle en menos de diez minutos. Ya tengo ganas de ser lo suficientemente influyente para que el ministro de interior venga a mi despacho a renovarme el DNI.
